Planificar debería significar mirar hacia adelante y delimitar el campo donde se pueden desarrollar las acciones.
La planificación impulsa a muchos empresarios a cambiar su sistema de gestión y abordar el trabajo preguntándose de antemano qué se debe hacer para lograr los objetivos comerciales.

Los presupuestos económicos y financieros, sin embargo, solo son válidos si se utilizan de forma constante, como guía de las estrategias empresariales. Pensar en ello una vez al año es inútil.
El presupuesto no debe ser una “previsión rápida y fácil” sino un verdadero pensamiento empresarial con una planificación de múltiples objetivos de gestión que la empresa se propone alcanzar en un período determinado.

La elaboración de presupuestos se refiere no sólo a los aspectos económicos, es decir, el volumen de negocios y los costes, sino también a los objetivos financieros, patrimoniales y organizativos.

Cada aspecto está relacionado con otro. De hecho, la elaboración del presupuesto de facturación o de compras implica repercusiones directas también en el aspecto financiero,en la deuda empresarial, en la utilización del personal.

El presupuesto también es importante porque nos permite llegar, con anticipación, a medidas importantes como la división preventiva de costos fijos y variables, el Margen de Contribución, el Punto de Equilibrio y, con el análisis del punto de igualación, a saber lo antes posible cuánto se debe facturar para cubrir todos los costos fijos.

La planificación es una elección libre, pero sirve para controlar algunos parámetros importantes, principalmente para la empresa misma, así como para los bancos, tal y como exigen las nuevas directrices de la EBA y para encontrar medidas e índices para el Nuevo Código de Crisis.